Tengo tantas, pero tantas cosas de las que me gustaría hablar, que sinceramente no sé ni por donde empezar, así que creo que lo mejor será empezar a teclear, y que salga lo que tenga que salir.
De verdad que no entiendo como hay gente que dice que se queda sin ideas y que cuando toca escribir un email o un post, no sabe de qué hablar. Yo tengo un Notion, con una base de datos de ideas de contenido, y creo que aunque no anotase nada más, tendría ideas para escribir un año casi todos los días.
Notion que, como yo soy un zoquete, me construyó a medida mi amiga Estefanía, y que aunque debo sacarle un 20% del potencial al espacio de trabajo, fue una de las mejores inversiones de 2023.
Y aunque esto ha sido lo primero que han decidido escribir mis dedos, sin tener muy claro el porqué, voy a hacerte un cambio de tema radical, y voy a hablarte de un libro que me estoy leyendo. Dentro incienso.
El proceso de la presencia, de Michael Brown.
El libro es como una especie de programa o manual, de 12 semanas, en el que te guía semana a semana, con meditaciones, ejercicios y movidas con mucho incienso, para que consigas encontrar la paz y ser más feliz.
Vamos, un libro de desarrollo personal en toda regla… pero algo distinto, ya que es muy específico en las directrices y los pasos a seguir en cada una de estas 12 semanas.
Mientras escribo esto, voy por la semana 7, y la verdad, he ido notando cosas muy interesantes, que para una mente tan racional como la mía, con mis malditas creencias tan arraigadas, no está nada mal.
Sin hacerte mucho spoiler, aunque daría bastante igual, ya que es un proceso que cada uno debe hacer, te diré que una de las ideas base del libro es que nuestro principal problema son las emociones que no conseguimos sanar, y que nos vienen heredadas de nuestra infancia (de 0 a 7 años), y, por tanto, lo primero que debemos hacer es entrar ahí. Escarbar, observar, sentir y sanar.
Soy consciente de que esto sabe mucho a infusión de ayahuasca, pero joder, creo que me está ayudando bastante. No estoy iluminado ni levito cuando me pongo a meditar, pero si es verdad que estoy más sereno, alegre, y presente que hace 7 semanas que empecé.
Bien, ahora, para avivar el fuego de la ramita de incienso, y arriesgándome a que te vayas corriendo, voy a contarte lo que más me está funcionando, o al menos, lo más práctico que he visto, de todo lo que llevo leído del libro.
No recuerdo bien si en la semana 6 o 7, se explica el proceso de limpieza emocional, y son 4 pasos. Por si te sirve.
1. No matar al mensajero
Los mensajeros son cualquier situación, ya sea algo que nos pasa, o una persona que hace algo, y que nos provoca una sacudida emocional. Algo que nos perturba, algo que te saca de quicio, que te sacude.
Si tienes hijos como yo, seguramente tengas momentos de estos muy a menudo.
Si tienes clientes como yo, también.
Y si tienes pareja como yo, pues eso.
Vamos, que a no ser que vivas en Tibet o que seas descendiente Gandhi, no te costará mucho darte cuenta de los muchos mensajeros que tenemos a lo largo de un día.
La cosa es que no hay que rechazarlos, no hay que verlos como algo negativo, ni tenemos que odiarlos, son solo situaciones o personas, que nos traen un mensaje, y nuestro trabajo, en lugar de matarlos, es acogerlos y recibir con los brazos abiertos ese mensaje.
2. Captar el mensaje
Ahora lo que toca, una vez hemos conseguido no estrangular a nuestro hijo cuando ha metido nuestros AirPods Pro en la lavadora para centrifugarlos, es captar el mensaje. Debemos entender que cojones nos está queriendo trasmitir esa emoción. Debemos descifrar el mensaje. Hay que identificar la raíz de la emoción para poder trabajar bien sobre ella, y lo que debemos hacer es describirla con una palabra.
Al principio cuesta un poco, pero la clave está en ir soltando palabras que intenten describirla, hasta que dices una y sientes que tu cuerpo reacciona. A mí me pasaba en el estómago. Cuando acertaba con la emoción, que generalmente era rabia o impotencia (aquí a cada uno le saldrán sus mierdas) mi estómago se contraía.
3. Sentir la emoción
Vamos con el tercer paso, que junto con el siguiente, para mí son los más complicados. Diría que éste un poco más que el siguiente.
Ahora toca “sentir” la emoción. Vale. Perfecto. Guay. ¿Y qué hostias significa “sentir” la emoción? Porque no sé, pero si me ha pasado algo que me llena de rabia, y me abro a “sentir” la emoción, igual del grito que pegó mis vecinos me denuncian.
Bien, pues según el libro, la cosa no va por ahí. En lugar de exteriorizar lo que te pasa con un grito, o mediante cualquier tipo de culpabilización hacia los demás, simplemente (como si fuese simple) hay que interiorizar la experiencia de forma consciente, para de este modo, contenerla, que no reprimirla.
“No me toques los huevos” (o los ovarios) estarás pensando, y con razón.
“¿Si me dices que hay que sentirla, ahora porque te digo que hay que contenerla y que esto no es lo mismo que reprimirla?”.
Pues voy a intentar explicártelo después de un sorbito de ayahuasca y encender otro palito de incienso.
Interiorizar y contener la emoción, no es represión, es descubrimiento, y la gran diferencia, es que la represión es pretender que no ha ocurrido. Sintiéndola, no pretendemos hacer como si nada, sino todo lo contrario, hacer como si todo, pero sin exteriorizarlo, porque no queremos que el vecino nos denuncie.
Y mucho menos hay que pagarla con el mensajero, él solo está diciéndonos “Oye tú, ahí tienes pupa, haz algo porque está infectándose la herida”.
4. Dejar ir
Acabamos la limpieza emocional, con otro paso muy “sencillo”. Dejar pasar la emoción.
Es decir, se supone que, una vez te han tocado los huevos, has captado el mensaje que esa emoción ha despertado con el tocamiento, y la has sentido, pero sin reprimirla, toca dejarla ir. Y esto se consigue gracias a la magia de la compasión.
Bueno, voy a ver si consigo explicarlo bien esto de la compasión, porque manda testículos la cosa.
Resulta qué, como te decía al principio y según el libro, todos nuestros problemas emocionales son mierdas que tenemos ahí de nuestra infancia, que nada tienen que ver con nuestra etapa adulta, pero que de forma inconsciente, sacamos al mundo cuando tenemos problemas, y eso nos revienta nuestra experiencia vital actual.
Pues si esto es así (y por mi experiencia no va mal encaminado el señor Brown), lo que hay que hacer para dejar pasar esas emociones, pero sin reprimirlas, una vez sentidas, es mostrar compasión con nuestro niño interior. Cerramos los ojos, nos imaginamos a nuestro yo de 6 o 7 años sintiendo esa emoción que nos está perturbando, y le decimos “aquí estoy para ayudarte, no te preocupes por lo que estás sintiendo que yo te quiero de forma incondicional, y si estás a mi lado, todo estará bien”.
Ya lo sé, es una buena ida de olla todo esto, pero que quieres que te diga, si alguien tan poco hierbas como yo, le está encontrando sentido a base de practicarlo… igual hay algo.
Entiendo perfectamente que quieras darte de baja de la newsletter después de este correo, pero oye, no pasa nada.
Paz, amor, y el plus pal salón.
Un abrazo
Fran Lledó
PD: El próximo día intentaré no beberme la ayahuasca antes de ponerme a escribir.
PD2: Te quiero Fran, estoy aquí para todo lo que necesites, y sientas lo que sientas, no tengas miedo. Todo irá bien.
PD3: Tengo una idea, que me saca mucho de mi zona de confort (pero mucho), pero que creo que en el próximo post explicaré, a ver si gusta.
Y si leyendo esto te ha venido alguien a la cabeza, al que le vendría bien una limpieza emocional, te dejo un botón por aquí, por si se lo quieres enviar.
De primeras es posible que te envíe a la mierda, pero igual en unos meses te lo agradece.
Fran, no sé qué te has tomado, pero yo también quiero. Ponme en contacto con tu proveedor, por favor.
Ayer hablaba con un amigo, sobre la fuente de muchos problemas que tenemos. No es otra cosa que la falta de desarrollo personal, en el sentido de ser capaces de manejar nuestras emociones. Probablemente si acudiéramos a un profesional, como hizo con buen tino el amigo @jorgebosch, nos llevaríamos muchas sorpresas.
Gracias Fran, por compartir. Y acuérdate de mí cuando hables con tu proveedor.
Me parece súper valioso esto que compartes. Yo he estado muchos años huyendo de esas emociones, sobre todo de aquellas que son consideradas negativas y reconocerlas, escribirlas, en mi caso, es súper liberador.
Es gracioso porque mis mejores mensajeros son mis clientes 😂
¡Saludos!