No sé exactamente por qué estoy escribiendo este post, ni tengo muy claro cuál es el objetivo, pero quiero escribir sobre esto.
Tengo un libro encima de la mesita de noche, desde hace más de un año, y del que no me he leído ni una sola página.
Es un libro de Borja Vilaseca que se llama “Las casualidades no existen”.
No sé si existen o no, pero si me tengo que inclinar por alguna opción, diría que no.
En el último post, te conté que llevo unas semanas bastante agobiado con algunos temas, y que por eso decidí irme un par de días a Andorra a desconectar.
Otra cosa que ha pasado estas últimas dos semanas, es que he descubierto a Lewis Capaldi.
Fue cosa de YouTube y de su algoritmo, pero bendito descubrimiento.
Hacía mucho, pero que mucho tiempo, que no conectaba tanto con un nuevo cantante. Te diría que desde que descubrí Vetusta Morla hace ya unos 12 o 13 años.
La música, creo que es con diferencia, el arte que más cosas mueve dentro de mí, y el señor Capaldi ha llegado en un momento clave.
La cosa, y aquí es donde empiezo con el tema de las casualidades, es que ayer, en una de las newsletters que leo cada semana, Corti, habló sobre Capaldi.
Imagina mi cara de flipado cuando empecé a leer este post.
Cuando leyendo el post, entre a ver el vídeo de la actuación de Capaldi en Glastonbury, tarde menos de 2 segundos en ponerme a llorar.
No tenía ni idea, de que este chico padecía el síndrome de Tourette. De hecho, no tenía ni idea de que era eso y verlo en el escenario, con esos tics, y esos problemas para cantar, fue algo que me impacto brutalmente. Y más aún, la reacción del público.
Solo de escribir estas líneas tengo los pelos de punta.
Hace nada, mi mujer me ha pasado un pantallazo por WhatsApp de un comunicado de Capaldi en el que cancela su gira hasta nueva orden. Y no me extraña.
Además, he leído en una entrevista que le hicieron, que solo le pasa cuando canta. Manda huevos.
No puedo ni imaginarme que se debe sentir cuando hay algo en tu cuerpo y en tu mente, que te impide hacer aquello que mejor se te da. Aquello que es tu pasión, tu don.
Algo que no puedes controlar, y que te impide hacer lo que más te gusta.
No tengo ni idea de porque aparecen este tipo de enfermedades, así de repente, pero supongo que el estrés y la ansiedad que se debe tener cuando eres un maldito icono mundial de la música, no debe ayudar mucho.
Y supongo que obsesionarse con lo que sea, tampoco debe ser lo mejor, incluido averiguar cuál es tu maldito propósito vital (mi última gran dispersión).
¿Es una casualidad que haya descubierto a Capaldi justo en este momento de mi vida?
¿Es una casualidad que, justo cuando lo descubro, siento un agobio personal que nunca había sentido y por eso decido tomarme unos días para desconectar?
¿Es casualidad que al volver de esa desconexión, y seguir dándole vueltas al coco, y muy metido en la música de Capaldi, este chico sufra un ataque de Tourette tan grande que le hace retirarse un tiempo?
Pues no lo sé, pero vamos, Borja Vilaseca lo tendría claro.
Un abrazo muy disperso,
Fran Lledó
PD: Solo hay una cosa que tengo clara, y es que este verano, sí o sí, voy a levantar el pie del acelerador, en todos los sentidos.