Tengo esto abandonado, lo sé. Lo sé, y lo siento, pero la vida, ahora mismo, me está marcando otro camino. Otras prioridades. Y la vida manda.
La cosa es que hace un tiempo publiqué en un proyecto del que formo parte (Escuela de Eudemonía) unas reflexiones como estás, y también las quiero compartir contigo, que igual te sirve de algo. O de nada.
Además, va hijos, de niños, y justo estas semanas estoy con otro proyecto que va de niños, y me ha venido a la cabeza.
Así que voy a contarte todo lo que tener un hijo, cuando realmente no querías tenerlo, implica para alguien. Por yo quería solo uno, y tengo dos.
Mira, si alguien me hubiese dicho en cualquier momento de mi vida, desde lo 0 a los 33 años, que sería padre de dos hijos, me habría reído en su cara.
Desde bien joven, tuve claro que quería ser padre. Igual que tenía claro que solo lo sería de uno, no de dos.
La cosa es que mi mujer no estaba muy alineada con esta decisión. Ella tiene una hermana con la que se lleva tan bien y es tan importante para ella, que quería eso para nuestro hijo mayor.
Después de varios años de debate sobre el tema, y de cada uno mantener su postura, al final, uno de los dos cedió, y ya sabes quién fue.
Cedí en algo tan grande, que te condiciona tanto la vida, que hoy sigo preguntándome como lo hice, pero lo hice.
Y hoy, el día que mi hijo cumple 2 años, puedo decirte que no me arrepiento… pero lo he hecho durante mucho tiempo. No porque no quisiera a mi hijo, sino porque me recordaba cada maldito día, que me había sido infiel a mí mismo. Que me había traicionado.
Si tienes hijos lo sabrás, y si aún no los tienes, pero quieres tenerlos, lo sabrás más adelante. No hay nada que se pueda comparar con un abrazo y un te quiero de un hijo, nada.
Al igual que te digo, que es posible que no exista nadie en el mundo que pueda sacarte de quicio tanto y tan fácilmente como ellos, con sus rabietas (luego te cuento más de esto).
Te cuento este rollo, porque en mi caso, y gracias entre otras personas a Verónica, he comprendido muchas cosas sobre porque tuve este segundo niño, y también sobre para qué, lo tuve. Que va mucho más a lo profundo.
Lo tuve básicamente porque era (y fíjate que hablo en pasado) una persona que no sabía poner límites. Que no sabía como defender sus líneas rojas.
Y lo tuve, para darme cuenta de que tenía que cambiar.
Lo tuve para despertar, para ver qué vida no hay más que una, y que si yo no decido como quiero vivirla, alguien lo hará por mí (ya sea mi mujer, un jefe, tu madre o quien sea).
Hoy, 2 años después, puedo decirte que, seguramente haber tenido mi segundo hijo, es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida, no solo por lo que significa como tal, sino porque fue el detonante, el trigger, de un cambio muy profundo en mí. Y claro, si tú cambias, todo cambia.
Y ahora, hablemos de las rabietas, que te lo había prometido.
Si eres padre, estoy seguro al 1.000% que en algún momento tu hijo pequeño habrá entrado en cólera, se habrá transformado en una especie de loco descontrolado y fuera de sí, y tú como padre, no tienes ni idea de como reaccionar.
Si le regaño mal. Si le digo que pare mal. Si le doy una palmada al culo mal. Si lo abrazo la hostia me la llevo yo.
Bueno, pues si esto te ha pasado, tengo dos cosas que decirte:
Hay un 100% de posibilidades de que te vuelva a pasar.
Si quieres gestionarlo mejor la próxima vez, te dejo esto por aquí.
Tranquilo que no un recurso mío. Nunca se me ocurriría aconsejar nada sobre estos temas. Es un audio, de una profesional como la copa de un pino, que se llama Teresa Querol, y aparte de llevar 15 años como psicóloga infantil ayudando a gente con estos temas, tiene 4 hijos. Ni 1, ni 2, ni 3. 4. Flipo.
3 errores que cometen hasta los mejores padres del mundo cuando su hijo tiene una rabieta.
Un abrazo muy disperso y muy fuerte,
Fran Lledó
Que bien ver mte de nuevo por aquí con tus reflexione 😄
Hacía tiempo Fran, siempre un gusto leerte:)