La gran pregunta que quiero que dirija mi vida
Y aunque no me has preguntado, debería hacerlo en la tuya
El 7 de julio de 2018, a las 00:00h de la noche, un servidor y algunos de sus amigos, estaban en la línea de salida de una carrera de montaña en Andorra, uno de mis rincones favoritos del mundo.
Y nada tiene que ver con los impuestos, aunque claro, todo suma.
La carrera empezaba por la noche porque eran 80km y unos 5.000m de desnivel positivo (una burrada pal body) y así, los primeros, llegan a meta a buena hora. Hay gente aplaudiendo y todo eso.
Había hecho otras carreras de larga distancia, varios maratones, y un par de carreras de unos 65km, pero nunca había hecho una carrera con tanto desnivel. Nunca.
Por eso, me la preparé bien, la verdad. Además, mi objetivo era únicamente acabar.
Me sentía con fuerzas, con ganas, había acumulado kilómetros, sabía hacer una buena gestión de comidas en carrera, y estaba seguro de mí mismo.
Era (creo) el único de todos mis amigos que nunca se había retirado en una carrera de este estilo.
Con el pistoletazo de salida, y con el subidón de la gente del pueblo, empezamos a correr y a los 10 minutos, enfilamos la primera subida.
Nos chupamos 1.000m de desnivel, sin descanso, en dios sabe que montaña, porque yo no lo recuerdo. Además, no se veía nada, solo las luces de los frontales.
Tampoco recuerdo exactamente que tardamos, pero recuerdo como si fuese ahora, que estuve 3 horas en las que solo escuchaba el sonido de los palos clavándose en las piedras de la senda.
Tac, tac, tac, tac, tac… y así toda la puta noche.
La gente no hablaba, y solo mis amigos y yo animábamos el cotarro de vez en cuando. Se notaba que somos de pueblo, así un pelín brutos. Pero solo un pelín.
Después de unas horas interminables, y de una bajada difícil, llegamos a una llanura bestial, llena de vacas, de sus mierdas, de hierba, y de uno de los mejores amaneceres que he visto en mi vida.
El subidón fue brutal, y nos dio fuerzas para seguir.
Sobre las 8 de la mañana, o por ahí, llegamos al avituallamiento, creo del km35, y ahí fue donde el primero de mis amigos dijo, “chicos, yo cuando lleguemos al avi de Escaldes, lo dejo”.
Creo que otro enseguida se sumó al carro, aunque no lo recuerdo bien.
Lo que si recuerdo es que fue ahí cuando, se sembró la semilla en mi cabeza de retirarme al llegar al pueblo. El avituallamiento de Escaldes estaba en el km 45 o así, y aún nos quedaba media carrera, y casi la mitad del desnivel.
En los siguientes kilómetros, mi cabeza era un hervidero.
Mi hijo y mi mujer, estaban pasando el día por Andorra, y yo no paraba de pensar que les había hecho venir a pasar el finde, y total iba a tirarme todo el día por la montaña, sin apenas verlos.
Finalmente, en el km 45, yo también abandoné, por primera vez, en una carrera de montaña.
En aquel momento, pensaba que había abandonado porque no había entrenado lo suficiente en horas nocturnas, y que eso me había consumido la energía mental, porque físicamente estaba de puta madre, pero no tenía ganas.
Hoy, 6 años después, te puedo decir que no abandoné por eso. Lo hice porque no me llevé contestada la gran pregunta.
El para qué.
Ojo que es muy distinta del por qué.
Si antes de la carrera, yo hubiese reflexionado sobre para qué iba a hacerla, sobre para qué me estaba preparando algo así, cuando en la carrera la cabeza me falló y empezó a decirme “¿para qué estás aquí Fran, si tu mujer y tu hijo están ahí? ¿Para qué vas a seguir?”... si hubiese tenido mi respuesta preparada…
No me habría retirado. Seguro.
Esta reflexión, hazla para cualquier cosa de tu vida.
Por ejemplo, yo ayer le conté a los suscriptores de la lista de mi negocio, para qué emprendo.
En mi caso, para tener total libertad y poder de decisión sobre mi tiempo, y también para sentirme responsable de mis logros y de mis mierdas. Quiero saber que lo que pase es gracias a mí, o por mi culpa. Aunque la palabra culpa no me gusta, pero quiero que lo entiendas.
Cuando se me complica algo del negocio, cuando algún cliente me perturba, cuando algo no va como yo quería, me lo recuerdo.
Es importante tener la respuesta preparada, para cuando la necesites, porque como no la tengas a mano, tu cabeza (seguramente tu ego) te revienta lo que sea que estés haciendo, y a tomar por culo.
Y tú, ¿que para qués tienes?
Dejámelo con comentarios.
Un abrazo muy disperso,
Fran Lledó
Tiene sentido, sería como la diferencia entre qué te ha traído hasta aquí y a dónde quieres llegar
Le vengo dando vueltas.. que diferencia hay entre el por qué y el para qué? Acaso no nacen de lo mismo? Lo qué te mueve a hacer lo que haces.. ,no?