Mamá, mamá, mamaaaaaaaá
La semana pasada fue mi cumple.
La verdad que fue un día absolutamente normal, y no hicimos nada especial.
Hasta tal punto que mi mujer, así de improvisto, busco unas velas, pero no las encontramos, y me quede sin soplar.
Aparte de dos hijos, y una familia espectacular, mi mujer me regaló un par de cosas, de esas que voy a reventar a gastarlas.
Dos muy buenos regalos, la verdad.
Aparte de esos dos regalos, mi madre, me hice tres regalos, de los que devolví dos.
Un par de prendas de ropa de Zara (que devolvimos el día siguiente, porque no necesito más ropa, y además me estoy quitando de la fast fashion) y una carta.
Una carta que fue uno de los mejores regalos de cumpleaños que me han hecho nunca.
Una carta titulada “77 cosas por las que te quiero tanto”.
Una carta que, menos mal que leí mientras mi hijo mayor estaba viendo la TV, porque si me hubiese visto llorar como una magdalena, se habría pensado que me pasaba algo malo.
Podría estar cada segundo de mi vida pensando la descripción más completa de lo que sería para mí la madre perfecta, y el resultado siempre sería el mismo. Mi madre.
Incluso sus defectos, son perfectos.
Hoy, día de la madre, quiero devolverle el regalo, y no me preguntes por qué, pero me ha nacido hacerlo aquí.
Y ahora ya te hablo a ti directamente mamá, que sé que estás leyendo.
No escribiré 77 razones por las que te quiero, porque me dejaría muchísimas, y además, que te quiero ya lo sabes.
Aunque no te lo digo todo lo que debería, tú lo sabes.
Prefiero decirte, que igual esto no lo sabes, algunas razones por las que te admiro mucho, y por las que se me llena la boca cada vez que hablo de ti a quién sea.
Te admiro porque pese a quedarte embarazada de mí, a los 22 años, de penalti, y ver como eso se cargaba por completo tus planes de estudiar derecho, después de bastantes años, y divorcio mediante, tuviste los santos cojones de acabar la carrera.
Te admiro porque para acabar esa carrera, y poder criarme, tuviste que trabajar de camarera y servir todas las copas que fueron necesarias, y nunca se te cayó ningún anillo.
Te admiro porque después de épocas muy jodidas para ti, en las que yo me enteraba de bien poco, conseguiste que las cosas te fueran cada vez mejor, y así hasta hoy.
Te admiro porque no conozco ninguna persona más noble y honesta que tú. Serias incapaz de coger algo que no es tuyo o hacer daño a alguien de forma intencionada, y te agradezco, como no te imaginas, que me hayas inculcado esa forma de ser.
Te admiro porque te importa 3 pares de cojones lo que piensen los demás de ti. Tú eres como eres, y al que le guste bien, y al que no, también.
Te admiro porque trasmites alegría e irradias luz por allá por donde pasas. Tu igual no te das cuenta (aunque creo que sí), pero el sol no te llega a la suela de los zapatos en cuanto a potencia luminosa.
Te admiro, y mucho, porque eres valiente. Muy valiente. Te aseguro que todos a los 57 años no se abren un canal de YouTube, siendo “analfabetos” tecnológicos, ni se ponen a escribir novelas y relatos, porque su sueño de toda la vida ha sido escribir.
Te admiro por muchas cosas más, pero el ordenador está empezando a encharcarse, y, o paro, o tendrás que regalarme un Mac para mi cumple con efecto retroactivo.
Te quiero mucho mama. A rabiar.
Esta es mi forma de darte las gracias por todo.
Siempre me dices que estás muy orgullosa de como lo hago como padre, y la verdad, para mí, es una validación importante, porque cuando tienes hijos no tienes ni puta idea de nada, y no sabes si lo estás haciendo bien o no.
Es sin duda el trabajo más complicado al que se enfrenta un ser humano, y solo con ser la mitad de buena que tú, y que mis hijos me quieran la mitad que yo te quiero a ti, me daría por satisfecho.
Nunca podré expresarte suficiente, lo agradecido, lo afortunado y lo orgulloso que me siento de que seas mi madre.
Feliz día mama.
PD: Si te gusta leer, mi madre tiene un canal de YouTube donde hace reseñas de libros.
PD2: Aquí lo tienes.