Ayer cumplí 37 años, y para celebrarlo, decidí apagar la luz en toda España.
Sí, lo confieso, el apagón fue culpa mía. Necesitaba estar offline un tiempo, y como no hay forma, me dije: “Quita la luz, se irá el internet, y a tomar por culo”
Fuera coñas, quiero contarte algo.
Algo importante, sobre la vida, y sobre la perspectiva de esta.
Y sobre el dinero, y los negocios, supongo.
Mira, el apagón peninsular de ayer de las 12:32h me pilló en la cola de “El tren de la mina” en Port Aventura.
Llevábamos 1 hora en la cola, y de repente empezamos a ver en la app de Port Aventura, que todas las atracciones entraban en “Parada técnica”.
La cosa me mosqueó bastante.
Empezamos a darnos cuenta de que no pasaba ningún tren, y que había uno parado en medio del raíl de la montaña rusa, y ahí hice clic.
Nos salimos de la cola mi mujer, mi hijo mayor, mi cuñada y su pareja.
Mi suegra estaba con mi pequeño a la otra punta de parque, y los teléfonos no iban.
Empezaron a llegar rumores de lo que estaba pasando.
Y cuando teníamos cobertura durante algunos minutos, pudimos ver que el lío era gordo.
Recogimos trastos, y nos fuimos a por el coche para volver a Valencia (3 horas de coche).
Y espera que viene lo bueno.
Saliendo del parque, había unas colas tremendas, pero no para salir y volver a casa.
¿Sabes para qué?
Para pedir la devolución del dinero de la entrada.
El maldito país se ha quedado sin luz.
Hay cientos de personas atrapadas en ascensores.
Hay miles de personas tiradas en andenes de trenes sin poder volver a casa.
Otros miles en sus coches, por ciudades en las que no van los semáforos…
Y tú te preocupas por si te devuelven lo 40 putos euros de la entrada.
Este tipo de cosas, me hacen reflexionar mucho sobre lo importante, sobre lo menos importante, y sobre las jilipolleces.
Mira, que se me descongele toda la comida que tengo y la tenga que tirar, o que haya perdido las entradas de Port Aventura de toda la familia, por culpa de un apagón de luz, son auténticas jilipolleces.
Que mis hijos no pudiesen disfrutar ayer de un día completo en el parque, es menos importante. Ya tenemos una excusa para volver en unos meses.
Pero que nadie de mi familia haya pasado un mal rato por un accidente de tráfico por los semáforos, o por quedarse atrapado en un tren, es importante para mí.
Pero hay una cosa que aún es más importante que todo esto. Mucho más.
Y que, además, casi nadie hace.
Y si no recuerdo mal, lo dice Víctor Kuppers:
Lo más importante es decidir que es lo más importante. Y yo le añado, “y respetarlo.”
Y te lo digo a ti, y lo dejo escrito, no por ti, sino por mí.
Para recordármelo, para tenerlo presente. Porque aunque tengo la lección aprendida y me la sé, me despisto con una facilidad tremenda.
Solo eso. Todo eso.
Bueno, no. Una cosa más.
Hay una forma magnífica de darte tiempo para definir que es lo importante en tu vida.
La mejor que conozco.
Un abrazo muy disperso.
Fran Lledó
Feliz cumpleaños, me alegro de que pudieras llegar sano y salvo a casa con la familia.
Felicidades pues, por la actitud y por el cumple :)