Hoy voy a hablarte sobre algo que últimamente me está interesando bastante, porque como casi siempre hago cuando eso pasa, estoy informándome sobre ello, y profundizando todo lo puedo.
Es algo, que ahora, echando la vista atrás y conectando los puntos, me doy cuenta de que en muchas ocasiones no he dejado que tomase las riendas para tomar algunas decisiones en mi vida, que seguramente no fueron muy acertadas.
Pero como decía antes, y parafraseando a mi querido Jobs, los puntos no pueden conectarse hacia delante, solo hacia atrás.
Te hablo de la intuición.
Eso que todo ser humano tiene, pero que no todo mono con aires de grandeza la desarrolla de igual forma.
Creo, que lo que más sentido tiene antes de seguir, es definir o explicar que es la intuición, y empezamos liando la marrana, ya que hay muchas definiciones distintas, en función del ámbito que la defina.
Según la filosofía, y basándome en la definición de Mr Pienso, luego existo, la intuición es la capacidad de percibir o comprender la realidad, de forma inmediata y sin razonamiento previo. No requiere argumentación, es comprensión y certeza directa sobre lo que está pasando. Una forma de conocimiento inmediata y segura.
En el ámbito de la psicología, la intuición también se define de formas distintas, pero la que más me encaja es la de Daniel Kahneman, y a sabiendas de que es posible que al solo explicar la de Kahneman, le aplique mi sesgo a este post, coño, para algo es mi post, ¿no?.
Este señor define la intuición como un proceso de pensamiento rápido y automático, que se basa en la experiencia y los patrones aprendidos. Un sistema que opera de forma rápida y sin esfuerzo, pero que puede estar sujeto a nuestros sesgos, y, por tanto, a errores.
Esta definición choca bastante con la de Descartes, ya que este, la ve como “inmediata y segura” y Kahneman, la ve como inmediata, pero no segura.
Y por último, vayamos a la definición más terrenal, más de andar por casa, que posiblemente sea la que en algún momento habrás escuchado.
La intuición sería ese presentimiento, esa corazonada, esa voz interior que te dice “No Fran, no es por aquí, y tú lo sabes. Si haces esto te la vas a pegar.”
Ya sabes, ese sexto sentido, que nada tiene con poder ver a Bruce Willis por qué él también está muerto, y que nos ayuda, si le dejamos, a tomar decisiones.
¿Qué es para mí la intuición?
Seguramente la definición que más me encaja, es una mezcla de la que hace la psicología, y la de andar por casa.
Sinceramente creo, y que me perdonen los filósofos, que la intuición es de todo menos segura (al menos cuando empiezas a usarla), justamente porque está definida, por nuestras experiencias, y lo más importante, por los patrones aprendidos. Y claro, dentro de ese baúl de patrones, puede haber mucha mierda. Muchísima.
Entre otras cosas, puede haber decenas de creencias limitantes, que pueden hacer que tu intuición sea de todo, menos cierta y segura, pero no te preocupes porque se puede entrenar.
Investigando sobre el tema, escuche un episodio de Entiende tu mente, donde Luis Muiño, explica algunas cosas importantes sobre la intuición.
Primero, explicó que hay varias formas de pensamiento o de flujo de trabajo a la hora de tomar decisiones. Como tres velocidades.
La ultrarrápida, la analítica y la que hace referencia a la intuición.
La primera, la superrápida, es la que usamos para hacer cosas de forma automática. Cuando te estás meando, no te pones a pensar en que debes ir al baño, bajarte los pantalones, sentarte… lo haces de forma automática.
La segunda, la analítica, es de la que somos muy fans en occidente, y es la que promocionamos. Va de analizar todas las variables posibles, los datos que tenemos, los posibles resultados… lo típico que solemos hacer.
Y la tercera, una más pausada, y que como bien dice Luis, no se busca, pero se encuentra.
Posiblemente, no poderla buscar de forma activa, sea una de las causas por las que no le damos mucha bola en occidente, ya que aquí queremos controlarlo todo.
El problema es que esta, funciona como un músculo, que si no lo trabajas, se atrofia. Por tanto, si la dejamos trabajar de forma puntual, y pretendemos que acierte a la primera, hay muchas probabilidades de que esta falle.
La pescadilla que se muerde la cola.
Es como intentar correr 10 km el primer día que sales a correr. ¿Puedes? Sí, pero lo más normal es que no los acabes.
Que puedes empezar a hacer desde ya
Aclaración: Con estos posts no pretendo dar consejos a nadie, más a mí mismo, pero me es más fácil escribirlos dirigiéndome a ti.
Creo que hay dos líneas de actuación al respecto:
Por una parte, deberías de trabajar en revisar bien tus patrones de pensamiento, y detectar las creencias que los forman. Aunque no soy yo quien puede ayudarte en esto, si en un futuro investigo sobre ello, no tengas dudas que habrá post al respecto.
Por otra, hay que darle bola a tu intuición, y dejar que sea esta la que tome ciertas decisiones. Sobre todo frente decisiones que no sean de una gran magnitud.
Por ejemplo, si estás pensando en empezar a invertir, guiarte por una intuición y meter 10.000€ en acciones de X empresa, por una intuición, seguramente sea una decisión de mierda.
Que puede salirte bien, no digo que no, pero lo más eficiente en este caso sería hacer un buen análisis. Y si no tienes ni idea de esto, como yo, seguramente lo más inteligente es invertir en indexados, aunque ese es otro tema.
En cambio, si estás pensando, no sé… en empezar un pódcast (sobre lo que sea), y de forma racional, tu pensamiento te dice que ya hay muchísimos y que no funcionará, pero tu intuición te dice que puede funcionar, que puedes hacer algo distinto, seguramente sea mucho mejor dejar que sea esa corazonada la que decida, y no tirarte meses y meses analizando competencia, y tropecientas mierdas más.
Veamos ejemplos personales
Siempre uso ejemplos míos, y aunque no tengo muy claro si lo hago para alimentar mi ego o no, es lo que me nace. Conozco mi vida mejor que la de cualquier otra persona, así que me resulta más fácil así.
No hace mucho, finalmente rechacé un presupuesto muy suculento, que la verdad, hubiese sido un buen input en mi cuenta del banco, pero había cosas que me frenaban.
Una eran los tiempos. Querían que lo empezase ya y me hubiese pasado todo el mes de julio y agosto, jodido.
Y otra, era la forma de pago. Yo siempre cobro por adelantado, y en este caso, pese a que me habían dicho que no había problema, luego no era exactamente por adelantado.
Total, que esa intuición, esa corazonada, ese noseque, empezó a decirme que no hiciese ese trabajo.
Mi primera reacción fue no hacerle mucho caso a ese noseque, y más aún cuando lo hablé con mi mujer, pero finalmente le di bola, lo rechacé, y joder, ha acertado de lleno.
Le pasé el proyecto a un colaborador y ya están dándole por culo con el pago ahora que ha empezado a currar.
Y voy acabando con otro ejemplo.
Hace unos meses, un lector de mis emails, me pidió presupuesto para una web.
Después de la primera reunión que tuvimos, aparte de tener claro que la respuesta al presupuesto sería positiva, esa intuición me dijo algo más. No sabría muy bien como expresarlo, pero en resumidas cuentas, muy pronto tuve claro que era alguien que me vendría muy bien tener cerca. Alguien del que podría aprender mucho, tanto a nivel personal, como profesional.
Otro 10 para mi intuición.
Hace poco, ese cliente y su mujer, se convirtieron en mis socios, en un proyecto en el que yo soy la parte técnica y de marketing, y que me motiva mucho por su misión.
El proyecto se llama Escuela de Eudemonía, cuyo pódcast Eudemonía con Pablo Tovar es una auténtica maravilla. Te recomiendo que lo escuches.
Hace unas semanas, escribí que había hecho un curso de desarrollo personal… pues era este curso. Justo después de hacerlo, y de ver el impacto que había tenido en mí, y en los otros integrantes, tuve bastante claro que si podía, sería un honor ser parte de este proyecto.
Y así fue.
Para un tipo con una mente tan analítica y que le ha costado mucho darle algo de bola a su intuición, oír hablar de desarrollo personal, suele desembocar en una asociación con el humo y el incienso, pero después de hacer el curso, te das cuenta de que detrás hay metodología, hay ciencia, y que si se hace bien, funciona.
Un abrazo muy disperso,
Fran Lledó