Tengo la suerte de vivir enfrente del mar, pero soy un tío de montaña.
Odio el calor, y vivo mucho mejor con el frío.
Pero no el frío húmedo que hace donde yo vivo, que se te cala por todo el cuerpo, y que por mucho que te pongas ropa, sigues teniendo frío.
Te hablo del frío seco. Ese que cuando sales a la calle, notas en la cara y te despeja de un plumazo.
Ese frío que cuando te pones una buena chaqueta de nieve, con una buena primera capa térmica, y unas buenas botas, puedes sobrellevar perfectamente.
Ese es el frío que me gusta, y por suerte o por desgracia, yo solo experimento entre 8 y 10 días al año, cuando subo a esquiar.
Este año, solo han sido 6 días, pero para tener un niño de 4 meses, y otro casi 6 años, me doy por satisfecho.
Hace algo más de 1 mes, fui un par de días a Formigal (una estación de esquí de España), y esta semana pasada, fui 4 días a uno de mis trocitos preferidos del mundo.
El país de los YouTubers… Andorra.
Mi relación de amor platónico con Andorra, viene de hace unos 16 años, cuando empecé a viajar allí a esquiar con mis amigos, y desde el primer viaje fue amor a primera vista.
Es un trocito de mundo, metido entre montañas de casi 3.000 metros, con 3 zonas para esquiar, con unos paisajes que de bonitos que son, te dan ganas de llorar, y con una gastronomía espectacular.
Para meterle más azúcar a la ecuación, y ahora que soy autónomo y me interesa mucho el tema fiscal… es un país 1.000 veces mejor que España para emprender (creo que tienen un 10% de IRPF), y también para comprar (4,5% de IVA).
Lo que me tortura
Este último viaje, aunque la nieve estaba ya bastante mal, fue una maravilla y me sirvió para recargar pilas.
Estar 4 días sin cambiar pañales por la noche ni preparar biberones, la verdad es que agradece. Y si además te despiertas aquí, porque duermes en la furgo de amigo, ya te cagas.
Pero hay algo, que he detectado los últimos 3-4 viajes, y que, literalmente, me tortura durante los 2-3 primeros días tras volver de allí.
Y es que lo paso realmente mal.
Es una sensación, que me hace sentir mal, y tras pensarlo bastante estos últimos días, creo que ya sé el motivo.
Cuando me voy de Andorra, y vuelvo a mi vida real, los primeros días, mi cabeza no lo procesa bien, y creo que es porque esos días, me muestran como sería vivir en Andorra (o cualquier zona del pirineo), pero sé que es algo que no puedo tener.
Siento como que me quitan el caramelo de la boca cuando me lo acabo de meter y lo estoy empezando a saborear.
Y para tocar más los huevos, mi cabeza me juega la mala pasada de recordarme (mucho) que realmente yo, si lo podría tener, porque puedo trabajar desde donde quiera y cuando quiera, y generar el mismo dinero… o más, por ejemplo, si viviese en Andorra (casi un 15% más por la diferencia del IRPF).
Aunque ya te digo que en este caso el tema dinero no tiene peso.
Lo que tiene peso es que tengo una mujer con un buen trabajo, con un buen salario, fijo y estable, (y no hay posibilidad de teletrabajo) y además, tengo 2 cachorros humanos, que si me los llevase a vivir lejos de aquí… las dos abuelas de estos niños me matarían.
Vamos, que preferiría tener de enemigo a Vito Corleone que a las abuelas de mis hijos, y eso que mi madre y mi suegra son dos santas… pero no le toques a sus nietos.
“¿Y qué tienes pensado hacer Fran?”
Nada.
No voy a decirte que “no puedo” hacer nada, porque sería mentir.
Podría hacer muchas cosas.
Mi mujer podría pillar una excedencia y podríamos irnos a vivir al pirineo o incluso podríamos divorciarnos y cada uno hacer lo que le saliese de sus partes íntimas, pero, a todas las opciones que se me ocurren, les veo muchos más contras que pros.
(Sobre todo a esta última, jajaja)
Pero aunque puedo, decido no hacer nada.
Quiero decir, decido de forma consciente, que no voy a hacer nada, y eso también es decidir. Y es una decisión de la que me responsabilizo, y sé, que la consecuencia es que cuando vuelva a Andorra, o a una zona del pirineo, después del subidón de pasar unos días allí, vendrá ese bajón, y seguramente, volverá toda la mierda mental asociada. Pero también ahora tengo más claro como debo afrontarla.
Cambio de mindset
La conclusión/reflexión que quiero que te lleves de esta newsletter de hoy, es que ese cambio de mindset, de forma de pensar, que llevo intentando aplicar (unas veces con éxito, y otras sin él) desde hace 3-4 años, creo que es clave para ser más feliz, o como diría un cliente con el que quedé para comer hace un par de días, para llevar una buena vida.
No recuerdo exactamente qué libro metió esa idea en mi cabeza, o si fue algún video, pero hacerte responsable de todo lo que te sucede en la vida, de todas las decisiones que tomas en tu vida, es un antes y un después.
Los demás, nunca (o al menos en un 99% de los casos) tienen la culpa de las cosas que te pasan.
La última palabra de lo que haces en tu vida, la tienes tú.
Voy a poner un ejemplo muy crudo, para ver si ilustro lo que quiero decir.
Imagina que eres ciclista, y que sales en bici con tus amigos de forma habitual (ahí está mi bici de carretera cogiendo polvo…).
Uno de esos días que sales con tus amigos, un conductor borracho te atropella y te rompe una pierna (no quiero ponerme más trágico) y te pasas 3 meses con escayola sin poder hacer nada.
Tienes dos opciones:
Pasarte 3 meses maldiciendo a la persona que te atropelló porque iba borracha y depositando toda la responsabilidad de lo que ha pasado en él.
Hacerte responsable de que tú decidiste salir en bici, y sabías que eso podía pasar. Sabías que por desgracia, hay gente que bebe y conduce, y que este tipo de cosas pueden pasar. Asumes tu responsabilidad.
¿Cuál de las dos opciones crees que te hará sufrir menos y te hará crecer como persona?
Si quieres puedes responderme con tu elección. Yo la tengo clara.
Pero ojo, eso no significa, ni que sea fácil, ni que yo lo consiga siempre. No quiero que pienses que soy un ejemplo de nada, porque seguramente no lo sea.
Bueno, sí, de ser un disperso de cojones, sí.
Un abrazo muy disperso,
Fran Lledó
PD: Si estás leyendo esta posdata es porque no me ha dado tiempo a preparar la sorpresa que quería, así que la dejaremos para la semana que viene.
PD2: O para cualquier día inesperado. Quién sabe… ya sabes que me disperso con facilidad.
PD3: Si tienes algún conocido que creas que este email le puede motivar a responsabilizarse de su vida, reenvíaselo.